Una de las cosas curiosas de los viajes, es que casi nunca salen como los habías planeado. Pero son precisamente esas decisiones de último minuto, las que suelen ser las más emocionantes y las que más recuerdas al paso de los años. Si tienes la oportunidad de viajar a una ciudad tan maravillosa y llena de cultura como Sevilla, aunque sea por unas cuantas horas o de plano no ir, para nosotros siempre será conocer al menos un poco, a postergar la visita o quedarnos con las ganas.
En nuestro último viaje a España, solo teníamos un día disponible antes de regresar a México. Así que decidimos comprar un boleto de tren para conocer la ciudad de Sevilla aunque fuera por unas cuantas horas. El trayecto de ida y vuelta nos tomó poco menos de 6 horas, por lo que tuvimos que aprovechar cada minuto.
Como teníamos un compromiso por la noche en Madrid, salimos muy temprano de la estación de trenes de Atocha, rumbo a la ciudad de Sevilla. La ventaja de los trenes de alta velocidad respecto a los aviones, es que la mayoría de las estaciones están muy cerca de los lugares de interés, a una distancia que fácilmente puedes recorrer a pie.
Al salir de la estación de trenes de Santa Justa, lo primero que notamos fue el marcado cambio de clima. La humedad, producto de la corriente del río Guadalquivir, y de la cercanía del mar, es muy característica de Sevilla. Nosotros viajamos a mediados de noviembre a Madrid, donde sentimos un poco de frío, por lo que la humedad y el calorcito sevillano nos cayó de maravilla. Aquellos días, las calles estaban llenas de naranjos cargados de fruta madura. Me imagino que en primavera, la ciudad debe tener un aroma cítrico muy agradable.
Camino al casco histórico de la ciudad, nos encontramos con las Setas, un conjunto arquitectónico muy vanguardista diseñado por el arquitecto alemán Jurgen mayer y que se construyó de 2005 a 2011. En realidad, se llama el Metropol Parasol y fue el ganador de un concurso para remodelas la plaza de la Trinidad. La dea del concurso era crear una estructura que funcionara como plaza pública, pero que pudiera contener también un mercado y un museo arqueológico donde se exibieran los restos arqueológicos correspondientes a los periodos romano y andalusí de la ciudad.
Su contrucción causó algo de controversia, pues muchos sevillanos consideraron que su arquitectura modernista contrastaba con el resto de la ciudad. Lo cierto es que son impresionantes y es uno de los puntos imperdibles de esta ciudad. Por la premura decidimos no visitar el mirador ni el museo, a los que seguramente volveremos algún día.
Recorrer las calles reducidas y bien trazadas de Sevilla siempre es un deleite. A cada paso se puede percibir el sabor de la ciudad, desde las tabernas y los locales que ofrecen gambas, calamares, boquerones, caracoles y comida del mar hasta las tiendas y boutiques que se engalanan con trajes de flamenco, abanicos y trajes de novia. El color y el trazado invitan a perderte en estos barrios, sin embargo, hay en lo alto de la ciudad un gran punto de referencia, que se aprecia desde cualquier punto de la ciudad; La Giralda.
Se trata de un estatua que representa al triunfo de la fe colocada en lo alto de la torre de la catedral de Sevilla. Debe su nombre a que la estatua gira, según sople el viento. La historia de la torre que sobresale del resto de la gigantesca catedral, la tercera más grande del mundo católico se remonta a los años del dominio árabe en la península ibérica.
Antes de que existiera la catedral, ya existía la torre, que es un estupendo referente del arte oriental, construido en el Siglo XII en ladrillo y piedra. La torre original de la antigua Ishbīliya, medía 250 pies de altura y estaba rematada por 4 globos que fueron derribados en el año 1356. La torre actual mide noventa y tres metros de altura y se puede subir hasta su campanario a través de una serie de rampas.
La vista es impresionante, pues permite dimensionar la belleza de Sevilla desde sus cuatro puntos cardinales. Desde este punto, los detalles de ornamentación de estilo gótico de la catedral nos transporta, con un poco de imaginación a cualquier película o serie de televisión como Game Of Thrones.
Y ya si estamos en esto de imaginar, esta vista seguramente es muy similar lo que ve la estatua del ángel de la Giralda todos los días.
El boleto de entrada al mirador de la Giralda también incluye la visita al templo de la Catedral de Sevilla, que literalmente está lleno de secretos. Para comenzar podemos apreciar el mausoleo dedicado a Cristobal Colón, cuyos restos descansan aquí, pues Sevilla, durante la era de los descubrimientos fue esencial para conocer las noticias que traían los marinos del Nuevo Mundo. No hay que olvidar que a solo unos metros de distancia, se encuentra el archivo de indias, donde se resguardan importantes documentos de la conquista de América, entre ellos el diario personal de Cristobal Colón.
El interior del templo de Sevilla impacta por su majestuosidad, y la riqueza de piezas como su magnífico retablo, el más grande del mundo que se levanta a 20 metros de altura por 13 de ancho.
Como la hora de salida de nuestro tren ya estaba muy cerca, nos conformamos con ver a la distancia la Torre del oro, que custodia las aguas del Guadalquivir, el Archivo General de Indias y el Alcazar Real de Sevilla. Aprovechamos los pocos minutos que quedaban, para visitar la bellísima Plaza de España, con su característico estanque semicircular y los bellísimos puentes que lo atraviesan en una especie de Venecia Sevillana.
La belleza de este lugar ha sido inmortalizada en películas como Star Wars episodio II, en donde se le representó como una plaza imperial del planeta Naboo, lugar de nacimiento de la princesa Amidala.
Alrededor de la plaza hay una serie de curiosas bancas decoradas en mosaico que representan a la mayoría de las provincias españolas junto con sus íconos más representativos, por lo que es común ver a los visitantes retratarse con el de su preferencia.
Como nos quedaban apenas unos minutos, caminamos de regreso a la estación, no sin antes disfrutar de unas gambas y un par de cervezas antes de regresar a Madrid.
La verdad es que siempre será mejor planificar tu viaje desde muchos meses antes, para ahorrar tiempo, dinero y aprovechar tu día al máximo. Pero si tienes unas horas disponibles y tu itinerario te lo permite, no dudes en conocer Sevilla. Seguramente volveremos muy pronto para pasar un par de días en esta encantadora ciudad.
