Por: Aarón Martínez
Hace años, mientras trabajaba en Chiapas, un compañero de ese estado me preguntó ¿Durango tiene mar? No pude evitar sonreír ante su desconocimiento de geografía, pero al paso de los años me di cuenta que se conoce muy poco de mi estado, lo cual quedó confirmado cuando hace poco un amigo de Guanajuato me dijo que imaginaba Durango como un enorme desierto.
Durango, una rica tierra que por diversos motivos ha quedado en el olvido, pero que tiene varias cosas por presumir, tomando como punto de encuentro y de partida su capital, la cual tiene uno de los centros históricos más bellos del país, con edificios imponentes de arquitectura colonial, tranquilas plazas, jardines y andadores coronados por su Catedral. En otra ocasión entraré en detalle sobre todo lo que esta ciudad ofrece, y la tomaré como punto de partida para mostrar cinco sitios de mi estado.
1.- Huazamota
Durango está situada en el valle del Guadiana, el cual colinda al sur y poniente con la Sierra Madre Occidental, y tomando como rumbo el sureste, una carretera nos conducirá al municipio de el Mezquital, uno de los más pobres del país y donde habita el mayor número de grupos indígenas en todo el estado. Antes de llegar a la cabecera municipal, doblamos a la derecha por una carretera que va a Temoaya, y rápidamente subiremos la montaña por interminables y cerradas curvas, pasando de un clima cálido y confortable a uno más fresco de montaña, bastante frío por las noches y el amanecer. Admirando formidables paisajes de la zona geológica conocida como la “Caldera de Temoaya”, continuaremos por La Candelaria y Llano Grande con letreros de la carretera en español y tepehuano.
Ya muy cerca del límite con el estado de Nayarit, nos aproximaremos a Huazamota, donde los paisajes montañosos ofrecen una majestuosidad virgen, casi completamente por descubrir, y que son un digno premio para el viajero que gusta de las nuevas rutas. Si así lo decidimos, a partir de este punto podemos continuar el camino y terminar en San Blas u otra playa de Nayarit, o regresar a Durango para al día siguiente continuar descubriendo impensables bellezas.
“Huazamota”
2.- Mexiquillo y el Espinazo del Diablo
Después de cenar unas deliciosas enchiladas dulces o una pizza con pasta a base de jengibre habremos descansado tranquilamente para continuar con la aventura. Tomaremos temprano la carretera que va a Mazatlán, y pasando el cañón de Río Chico, desayunaremos unas deliciosas gorditas de cualquiera de los diversos guisos que se ofrecen, y ciertamente las de Durango son un manjar acompañadas de un delicioso café para disfrutar el fresco de la mañana.
“Gorditas en Mexiquillo” Fotografía: Ruth Valdez
Llegando a El Salto después de hora y media de viaje podemos estirar las piernas, y si nuestro vehículo permite circular en terracerías, nos internaremos por el camino por donde originalmente pasarían las vías de ferrocarril hacia Mazatlán. Junto al aserradero Mil Diez, está la cascada del mismo nombre, un preludio de la que nos aguarda en Mexiquillo, después cruzaremos por un estrecho puente antes de circular junto a un bello arroyo que alimenta la alegría y belleza de pueblos serranos y pintorescos, y en algunas partes veremos manantiales que brotan justo junto al camino, con la frescura que sólo la montaña puede dar al agua. Aproximándonos a Las Adjuntas, cruzaremos la carretera pavimentada y nos internaremos al bosque, pasando por La Pirámide con sus cabañas y laguna y después de hermosos parajes llegaremos a Mexiquillo.
“Mexiquillo” Fotografía: Ruth Valdez
Las formaciones rocosas de Mexiquillo nos darán la bienvenida, y la cascada nos invitará continuar la aventura por el camino o “bordo” por donde irían las vías del tren a Mazatlán, pero antes será mejor instalarnos en las cómodas y bien equipadas cabañas con que cuenta este parque, podremos también comer unos chiles rellenos, mariscos, gorditas de maíz azul o alguna otra opción de comida casera, o si lo preferimos, también podemos llevar ingredientes para preparar nuestra propia comida en la cabaña. En caso de que el vehículo no sea apto para circular por terracería, la carretera libre nos llevará de El Salto a Mexiquillo disfrutando de otra cara de las mismas montañas. Lo que quede de la tarde se nos irá en recorrer tan sólo una pequeña parte del gran patio de formaciones rocosas y el lago perdido, y la noche tranquila inundará el ambiente con un bello cielo estrellado.
Al día siguiente, continuaremos el paseo, ya sea a caballo, en bicicleta de montaña o en el mismo vehículo por el “bordo”, admirando las profundidades del cañón y cada detalle en los pinos, encinos, hongos, ardillas, en fin, un sitio ideal para estar en paz y disfrutar con la familia o tu pareja. Puedes elegir como punto de retorno alguno de los dos primeros túneles, o continuar hasta el último, que tiene una longitud de más de un kilómetro y sólo si cuentas con el equipo de iluminación y protección adecuado podrás cruzarlo, pues es un verdadero reto alcanzar la luz al final del túnel. Después de un descanso y un buen refrigerio regresaremos a Mexiquillo, y podremos practicar rappel o tirolesa junto a la cascada, o los más precavidos pueden observar la diversidad de aves que se encuentran en este lugar.
“Puentecillas”
El tercer día, antes de regresar a Durango, podemos optar por seguir la carretera a Mazatlán hasta el Espinazo del Diablo, donde al igual que en el Puerto Buenos Aires, admiraremos paisajes increíbles, con las nubes debajo de nosotros y algunos pueblos perdidos a cientos de metros de desnivel.
“Mexiquillo.jpg”
3.- Laguna de Santiaguillo
En el municipio de Nuevo Ideal, encontraremos varias comunidades menonitas, las cuales contrastan bastante con sus vecinos durangueños, y por momentos pareciera que estamos en campos holandeses y no en México. Incluso podemos disfrutar una deliciosa pizza en el Hotel y Restaurant Fiesta.
“Comunidad menonita” Fotografía: Ruth Valdez
Continuando por el camino que rodea la La Laguna, admirándola desde lejos o en primer plano, y ya casi para salir a Guatimapé, el camino corre junto a la Laguna y si estamos en invierno, seguramente disfrutaremos el espectáculo de las miles de aves que emigran a este, uno de los más importantes humedales de norteamérica, y que cada año recibe unas veinte especies de patos, cercetas y gansos. Podemos disfrutar en Fuente del Llano, uno de los pueblos que viven más de cerca el destino de la Laguna, alguno de los diversos pescados que hayan sido recientemente sacados por los pescadores.
“Santiaguillo”
4.- Cañón de Fernández
El río Nazas, con 600 kilómetros de largo y por atravesar regiones desérticas ha sido el apoyo para que regiones como la Comarca Lagunera se hayan podido desarrollar, y cientos de poblaciones a lo largo de su curso hayan podido asentarse y prosperar en medio del desierto. Después de cruzar por la Presa Francisco Zarco, el Nazas se mete en el Cañón de Fernández, y nos obsequia con lugares encantadores, algunos ideales para acampar y pescar. El Cañón ha sido declarado parque natural estatal, para dar protección a los anfibios, reptiles y mamíferos que ahí habitan. También, en las diversas poblaciones a la entrada y en la salida del cañón podemos consumir pescado ricamente preparado.
“Presa Fco Zarco”
Para los más aventureros y deportistas, cada año se lleva a cabo la Regata del Nazas, la cual representa un buen reto aún para los experimentados remadores, y tiene un nivel bastante bueno. Arranca en Rodeo y el primer día llega a Nazas, el siguiente hasta la presa Francisco Zarco y la meta final es en Lerdo.
“Cañón de Fernández” Fotografía: Ruth Valdez
“Cañón de Fernández” Fotografía: Ruth Valdez
5.- Puente de Ojuela y Grutas del Rosario
Por el mismo rumbo que el Cañón de Fernández y teniendo como población intermedia Mapimí, encontraremos el Puente de Ojuela luego de un ascenso por un camino empedrado de 7km. Nos dará la bienvenida el pueblo fantasma de Ojuela, donde llegaron a vivir cinco mil personas, mineros principalmente, y de cuya historia solamente quedan en pie los muros de algunos de los comedores, oficinas principales y almacenes, el mismo puente y los túneles de la mina, mientras que las débiles casas de los mineros fueron barridas totalmente por el abandono.
El puente cruza sobre un barranco de casi cien metros de profundidad, y tiene un largo de 318 metros, con lo cual fue el puente más largo del mundo al momento de su construcción, la cual estuvo a cargo de un ingeniero alemán, quien construyó otros enormes puentes en diversos países.
“Puente de Ojuela”
La mina ya está abandonada, solamente tiene uso turístico, pero cruzar el puente es algo que bien vale la pena, así como iluminarse con las originales lámparas de carburo mientras se atraviesa la mina.
“Mapimi”
Después de visitar el puente, y si te animaste a lanzarte de una de las tirolesas, podrás pasar por Mapimí, visitar el panteón donde hay muestras de la obra de Benigno Montoya en lápidas y mausoleos, conocer la celda donde estuvo preso el cura Hidalgo a su paso rumbo a Juárez y disfrutar una rica torta a la plancha, para después dirigirte a las Grutas del Rosario, únicas en la región norte del país, y que hasta hace poco tiempo fueron descubiertas por lugareños. Desafortunadamente no se han dado a conocer, y poca gente en el país las ha recorrido.
“Grutas del Rosario”
Esta es tan sólo una breve muestra de lo mucho que tiene por ofrecer el estado de Durango. Una serie de sitios alternativos, y también cuenta con la tradicional arquitectura colonial en la ciudad capital y la cercanía de la playa en el bello puerto de Mazatlán a tan sólo dos horas por la nueva carretera.
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