Por: Celia Rangel @RangelCelia / Fotos: Josafat de la Toba / @josafatdelatoba
Durante el año pasado (2013) comencé a sentir sobre mi vida el peso de la rutina. Sentía que empezaba poco a poco a entrar en una zona de confort en la que no estaba aprendiendo nada nuevo, había dejado de hacer las cosas que más amaba y peor aún, mi trabajo ya no me hacía feliz y eso poco a poco fue deteriorando mi estado de ánimo y mi salud.
Sutilmente fui olvidando muchos de mis sueños. Siempre he amado los viajes y procuro hacerlo con frecuencia durante mis días libres, así que decidí aprovechar mis vacaciones de invierno para hacer un pequeño viaje de dos semanas. Sin embargo, estando a punto de terminar el viaje tome una decisión radical. A pesar del temor y la inseguridad que esto me causaba, me comunique a mi centro de trabajo y renuncié.
Me propuse viajar el tiempo que me fuera necesario para despertar de este estupor en el que me encontraba, renovar mis fuerzas, aprender cosas nuevas.
El viaje comenzó en la capital de Oaxaca y los pueblos aledaños llenos de colores, olores, dialectos, artesanías. De ahí partí hacia Chiapas recorriendo sus hermosos ríos, lagos, cascadas, selva y los maravillosos centros arqueológicos que nos remontan a nuestras raíces.
Pasé el año nuevo en unas cabañas, en medio de la selva en Palenque Chiapas en donde conocí a unas personas que me hablaron de lo hermoso que es Tulum así fue que decidí que mi siguiente destino seria ese.
Unos días después estaba en un camión rumbo a Tulum y después de disfrutar la belleza de ese mar turquesa decidí partir hacia la Isla de Holbox, un lugar del que mucha gente me habló. Eran días de lluvia intensa así que cuando llegue a Cancún con rumbo a la Isla me informaron que el último camión que salía ese día hacia Holbox ya había partido y que tendría que esperar un día más, aparte de la recomendación de no ir en esas circunstancias ya que la Isla estaba a nivel del mar y se inundaba con la lluvia, por tal razón decidí esperar unos días mientras el clima mejoraba y para aprovechar el tiempo partí mientras tanto a Isla Mujeres, que era lo más cercano en ese momento.
Mi plan inicial era estar dos días ahí. A pesar de que ya había estado años antes en la Isla en esta ocasión fue diferente, desde el primer día que llegué supe que ese lugar me tenía preparadas muchas cosas y que necesitaba quedarme más tiempo no porque fuera más bello que otros lugares donde había estado, simplemente sentía que la Isla me ofrecía lo que en ese momento estaba buscando. Un lugar que me proporcionaba la paz que estaba necesitando, tranquilo, pequeño, cálido.
Llegue al hostal Poc Na, un lugar bello frente al mar, lleno vida, de gente interesante y que te hacían sentir parte de su familia. A media cuadra del hostal está el mercado, a 2 cuadras el andador principal de la isla, a 3 calles la estación de ferry, completamente libre del estrés de la ciudad, la contaminación y el gasto innecesario de tiempo y energía trasladándote de un lugar a otro, en la Isla, la vida simplemente fluía, cada minuto era aprovechable.
Me propuse aprender todo lo que pudiera el tiempo que estuviera ahí. Le pedí a uno de mis nuevos amigos, artesano de profesión, me enseñara a tejer macramé. Leí en un mes más libros de los que había leído en todo un año, tuve las charlas más productivas e interesantes que haya tenido en mucho tiempo, conocí gente de muchísimos países y me propuse aprender de sus culturas lo más que pudiera, tomé clases de Yoga cada mañana y hasta aprendí un poco de danza aérea.
Así mismo aproveché ese tiempo para poner en practica mi insípido inglés, trabajando por las tardes como mesera en un restaurant bar a donde mayormente acudían extranjeros. Una cosa más que hice cada mañana fue caminar por la playa coleccionando caracoles. Un día como cualquier otro me fui a la playa y mientras removía la arena buscando piezas para mi colección observé a lo lejos un señor de edad avanzada y aspecto desaliñado que, al igual que yo, buscaba entre la arena pequeños tesoros marinos.
Se me acercó y con cierto cariño en la voz como quien le habla a una niña me dijo: Es que no sabes buscar. Tienes que pararte tranquila y observar atentamente sin remover la arena. Te vas a dar cuenta que frente a ti hay muchos hermosos caracoles que escapaban de tu vista al caminar muy apresurada. Tú miras pero no observas. Tu deseo impaciente de encontrar caracoles te impide verlos porque son casi del mismo color que la arena – seguido de eso me comenzó a mencionar todos los nombres de cada tipo de caracol y la manera en que debía lijarlos para poder hacer collares y pulseras.
Después me llevó a ver su colección de miles de caracoles la cual tenía bien seleccionada cuidadosamente por colores, texturas y tamaños en una habitación en obra negra de un hotel abandonado donde él era velador y me dijo que podía escoger los que quisiera para llevarme. Se alejó y obviamente comencé a tomar los más pequeños y sencillos, volvió y observando los que había escogido, unos cinco en total, me vio fijamente, meneo la cabeza en desaprobación y dijo – Te acabo de decir que tomaras todos los que quisieras y agarraste unos cuantos y los peores. ¿Así vas por la vida? ¿Pensando que no mereces mucho? – tomó como 40 de los mejores caracoles que tenía y me dijo – ¿Caben en tu bolsa? – él había visto que yo traía una bolsa grande y posteriormente me dijo – ¡Llénala, echa todos los que te quepan, toma todo lo que puedas. Así debes ir por la vida tomando lo más grande, lo mejor, aprovechando cada oportunidad al máximo!
Esa experiencia me removió todas las fibras del corazón. ¿Cómo alguien podía darme sin esperar nada a cambio? ¡Algo que tenía tanto valor para él, algo por lo que se había esforzado años! Fue una experiencia que nunca olvidaré. Básicamente puedo decir que el 90% del propósito de mi viaje se cumplió en esa Isla.
Después de un mes partí hacia nuevos y maravillosos destinos pero ahora, con una visión diferente, con unas ganas enormes de seguir mí camino, mi vida, con nuevos sueños y metas, con un crecimiento espiritual y emocional increíble. Fue como si, después de un largo viaje de 3 meses por el desierto, desperté en un Oasis repleto de alimentos y agua que dieron la fuerza necesaria para seguir el viaje de mi vida.
10 Comentarios
«Tu deseo impaciente de encontrar caracoles te impide verlos porque son casi del mismo color que la arena»
Inspirador
¿Cómo alguien podía darme sin esperar nada a cambio? ¡Algo que tenía tanto valor para él, algo por lo que se había esforzado años!….Increíble, me ha pasado algo así. son cosas que nunca olvidas.
Los viajes también son una manera de reencontrarse.
me encanto!!
Inspirador!!
Pero qué lindas fotos, haré uno.
Nos ha encantado! Muchas gracias por compartir tu experiencia,tu historia hace que tengamos más ganas de llevar acabo nuestro gran viaje. Un abrazo
Gracias! Aquí otra historia de Celia y Josafat para Alternatrip http://alternatrip.org/cuba-la-amabilidad-y-magia-de-un-pueblo-encantador/
Realmente mueve las fibras, maravillosa experiencia, sigue así. Te mando abrazo fuerte de mi alma a tu alma.
Muchas gracias Edgar un abrazo afectuoso hasta donde estes!