La emoción de vivir un viaje alternativo en contacto con la naturaleza, experiencias gastronómicas y rodeado de joyas coloniales no es exclusivo de las grandes ciudades. En estados como Guanajuato, el Estado de México e Hidalgo, los atractivos naturales se alternan con los ecos de un pasado colonial.
El Corredor de la Montaña es uno de los recorridos predilectos de los viajeros que visitan Hidalgo, porque permite conocer secretos ocultos del estado, tales como el zoológico Tuzoofari en Epazoyucan así como los Pueblos Mágicos de Real del Monte, Mineral del Chico y Huasca de Ocampo y realizar un gran número de actividades en las que toda la familia puede participar. El Corredor de la Montaña es la senda por la que la libertad le da la mano a la aventura y la tradición.
Generar estrategias de turismo regional, que fomenten el mercado de turismo interno, calculado en 70 millones de viajeros mexicanos que viajan por el país cada año, se ha convertido en una de las prioridades de la secretaría de turismo del estado de Hidalgo y de la iniciativa privada del sector turismo.
En ese sentido, Hidalgo tiene mucho que aportar, ya que la montaña que envuelve a Pachuca esconde, un sinfín de gemas ocultas de todo tipo: tierra de grandes paisajes que permiten un amplio abanico de actividades al aire libre, desde deportes extremos hasta la llana contemplación. Pero también, es un lugar de gran tradición, que se manifiesta sobre todo en su rica cultura gastronómica.
Todos estos tesoros se encuentran reunidos por la poderosa influencia de la montaña, que resguarda a la capital de Hidalgo como un centinela de piedra. Como cuna de evangelización, posee una rica historia arquitectónica que se puede apreciar en sus múltiples construcciones del siglo XVII.
Pachuquilla
A pocos kilómetros al sudeste de Pachuca, se encuentra Pachuquilla, capital municipal de Mineral de la Reforma y primera etapa del Corredor de la Montaña. Aquí inicia para el viajero una auténtica travesía gastronómica que no se detendrá hasta la última etapa del recorrido. En efecto, Pachuquilla es conocida como una localidad de gran cultura culinaria, en donde se pueden probar platillos como los mixiotes (una joya hidalguense), la barbacoa y, para los más atrevidos, los escamoles, los chinicuiles y los gusanos de maguey, auténticos manjares traídos como regalo por la temporada de lluvias. Añadamos un pulque a la receta y la experiencia será inolvidable.
Si se tiene tiempo, vale la pena realizar en Pachuquilla la llamada Ruta del Tesoro, un recorrido a caballo o cuatrimoto que lleva al viajero a conocer sitios históricos como la Parroquia de la Preciosa Sangre de Cristo, del siglo XVII, la Ex Hacienda de Rufina o las minas abandonadas de Don Carlos y Pueblo Nuevo.
Epazoyucan
Bajando hacia un árido valle sembrado de magueyes y huizaches, llegamos a Epazoyucan, “Lugar donde abunda el epazote”. En medio de la desolación, se rige imponente el Ex Convento de San Andrés, impresionante construcción del siglo XVI que une dos culturas, pues su sobria fachada convive en armonía con una base de factura prehispánica.
Al norte del asentamiento, en medio de la montaña, encontramos el poblado de Nopalillo, reconocido por las piezas de artesanía que allí se realizan, aprovechando el abundante yacimiento de obsidiana del cercano Cerro de las Navajas.
Epazoyucan posee uno de los secretos mejor guardados de Hidalgo. Se trata de Tuzoofari, una rara combinación de zoológico y safari en el que los visitantes pueden admirar hasta 250 especies de animales, de los cuales algunos se dejan alimentar e incluso acariciar. La experiencia es más completa si se realiza de noche.
Real del Monte
Real del Monte es el testimonio de un pasaje muy específico de la historia de Hidalgo y de México: la oleada de mineros ingleses que llegaron al estado a finales del siglo XIX para trabajar en las minas de plata. Como vestigio de esta época de esplendor, aún quedan en este Pueblo Mágico varias minas que hoy funcionan como Museos de Sitio: La Dificultad, El Hiloche y Acosta, quizás la más interesante, pues permite conocer un túnel real que tantos mexicanos e ingleses recorrieron hace cien años.
El impacto cultural que supuso la visita de los ingleses aún se nota en el Paste, orgullo de Real del Monte y de todo Hidalgo. El platillo predilecto del estado consiste en una especie de empanada hecha de una pasta especial rellena con papa y carne, el guisado consiste de una elaboración minuciosa y este alimento resulta de una mezcla de las dos culturas antipódicas. Se puede degustar en el flamante Museo del Paste, o bien en alguno de los múltiples locales que lo ofrecen.
Mineral del Chico
La cuarta etapa del Corredor es el segundo Pueblo Mágico en el recorrido. Esta fría localidad se encuentra enclavada en el Parque Nacional El Chico, la primera área natural protegida de México. Difícilmente, el viajero intrépido encontrará una actividad al aire libre que no se pueda realizar en El Chico: sus imponentes peñas son idóneas para deportes como escalada, rappel, tirolesa, senderismo y el avistamiento de flora y fauna.
En las inmediaciones del Parque, hay un conjunto de criaderos de trucha en los que es posible pescar la que a uno más le guste y disfrutarla preparada a la plancha, además de conocer las condiciones en que éstas se reproducen. Alrededor de la plaza del pueblo, encontramos varios locales en los que es posible sentarse a probar una tachuela, bebida típica de la región.
Omitlán de Juárez
Sin salir todavía de la zona boscosa, avanzamos hacia la localidad de Omitlán de Juárez. Este pueblo también cuenta con un clima frío, por estar enclavado en la sierra y rodeado de frondosa vegetación. En los alrededores del pueblo, encontramos otros paisajes idóneos para practicar deportes de aventura: la Peña del Diablo es perfecta para practicar rappel, mientras que la Peña del Zumate, el segundo pico más alto de Hidalgo, permite un retador ascenso en bicicleta de montaña. También se encuentra cerca la Cascada de Bandola, alimentada por las abundantes lluvias.
La localidad de Omitlán de Juárez es famosa en México por su producción de manzanas y peras, con las que se preparan exquisitos licores que se pueden disfrutar en la Plaza Juárez, mientras se deja pasar la tarde contemplando su quiosco y su arquería. En el restaurante Entre Peras y Manzanas elaboran toda clase de platillos y postres usando estos dos ingredientes.
Atotonilco el Grande
Bajando ya de la sierra y antes de llegar a las barrancas, alcanzamos el último punto de nuestro recorrido. En Atotonilco el Grande se encuentra una de las edificaciones agustinas más importantes del estado de Hidalgo. El Ex Convento de San Agustín, del siglo XVI destaca por su impresionante construcción estilo fortaleza y la amplia nave de su iglesia, así como los frescos pintados en las escaleras que muestran al santo acompañado de otros filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles.
Atotonilco es famoso por sus panes y, sobre todo, por sus cocoles gigantes, a los cuales el nombre no les viene en vano. En la panadería la Flor de Trigo los preparas simples o rellenos de queso y ofrecen muchas otras delicias locales como las migueladas, rellenas de coco e higo. Otro ícono gastronómico local es la requintada, digestivo preparado con ajenjo, anís, menta y aguardiente.
El nombre de Atotonilco, en náhuatl, significa “lugar de agua caliente”. Y es que no podríamos despedirnos de la localidad sin haber pasado por el Balneario Amajac, cuyas aguas, dicen, son curativas. El asentamiento cuenta con hoteles, lugar para acampar y toda clase de servicios, para no tener que preocuparse más que de disfrutar.
Tips
Si se tiene hambre en Pachuquilla, el lugar al que hay que dirigirse es, sin lugar a dudas, La Fuente de Vida, en el km 5 de la carretera Pachuca-Tulancingo.
En Omitlán de Juárez, de noche, se realiza el Recorrido de Leyendas, durante el cual personajes como El Charro Negro, La Catrina y el Indio Macario acompañan al visitante por los lugares más mágicos de la localidad.
En Atotonilco el Grande, una semana antes de Cuaresma, la fiesta de Nuestro Señor de Tezoquipan es la excusa para iniciar la popular Feria del Mole de Guajolote.
¿Cómo llegar?
Desde Ciudad de México
– Tomar el eje Central Lázaro Cárdenas hacia la carretera 85, seguir por la autopista en dirección a Pachuca hasta el boulevard Felipe Ángeles hacia avenida Revolución. Después, atravesar la ciudad de Pachuca por el libramiento hasta tomar la federal 130 Tulancingo-Pachuca, hasta la desviación a Pachuquilla, donde comienza el corredor.
Con información de la secretaría de turismo y cultura del estado de Hidalgo, para más información visita http://www.hidalgo.travel Cuenta oficial en Twitter: Hidalgo Travel @HgoTravel
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