Por Diana Ledesma Ovando / @dianmorgendorfr
“We travel not to escape life,
but for life not to escape us”
A mediados de noviembre de 2013, me encontraba trabajando en una editorial, escribiendo para tres revistas diferentes. Mi trabajo me gustaba, pero nunca estuve conforme con la remuneración; sin embargo era lo que había y me servía para cubrir mis gastos más básicos.
Justo en ese mes, una agencia lanzó una promoción para viajar a Europa, vuelo redondo por 799 dólares. Mi novio me dijo que era nuestra oportunidad de conocer el viejo continente sin necesidad de gastar tanto en vuelos. Yo me encontraba escéptica ante la situación, ya que no contaba con el mucho dinero y aunque lograra juntar más, no sabía si era el suficiente para cubrir todos los gastos. Conociéndome sabía perfectamente cuál sería el resultado: aceptar e irme de viaje.
Tras largas discusiones y poner sobre la mesa los pros y contras del porqué debíamos o no hacer el viaje, decidimos comprar los vuelos y tener una estancia de tres semanas en Europa. Después tratamos de cambiar ese tiempo por un mes completo, pero debido a las reglas de la promoción era imposible cambiar las fechas una vez que ya habían sido elegidas.
Ahí estábamos, con dos boletos para viajar en mayo de 2014 a París -ya que por recomendaciones de nuestros amigos, era el lugar más fácil para comenzar a recorrer Europa- y sólo 6 meses para ahorrar. Considerando el poco dinero que ganaba en mi trabajo, era un lapso muy pequeño para conseguir el dinero suficiente; además algunas de mis mejores amigas me asustaban diciendo que todo en Europa es extremadamente caro. Sí, lo es, pero no tanto como me hicieron pensar. Así que planeamos todo tratando de gastar el menor dinero posible.
Nuestro primer ahorro fue obviamente los vuelos. Posteriormente, la misma agencia de viajes comenzó a publicar más ofertas, pero ninguna era tan buena como la que ya habíamos tomado. ¡Buena decisión! Una de las cosas que, sin querer, salió bien al momento de reservar los vuelos fue que la agencia ya no tenía boletos a París para las fechas que habíamos escogido; así que nos dieron la opción de tomar el vuelo de ida hacia Londres y el de regreso de Madrid. ¡Error feliz! Así, no tendríamos que regresar a nuestro punto de partida para volver a México, haciéndonos ganar tiempo en nuestras vacaciones.
Lo segundo que hicimos al planear nuestro viaje fue decidir qué lugares íbamos a visitar. Cuando comenzamos queríamos conocer toda Europa en 3 semanas. ¡Imposible! Así que hicimos una lista de todas las ciudades que queríamos conocer y después, una a una, irlas depurando hasta que quedara una ruta considerablemente buena para llegar de Londres a Madrid en 3 semanas.
Una vez que tuvimos depurada la lista de ciudades que pensábamos recorrer, había que decidir cuánto tiempo le dedicaríamos a cada una dependiendo de nuestros intereses. Yo amo la cultura inglesa y moría por conocer Londres de pies a cabeza; por otro lado, mi novio es diseñador gráfico y uno de los lugares que más le interesaba era Ámsterdam y Berlín.
Debo reconocer que para poder decidir cuánto tiempo había que darle a cada ciudad conté con la ayuda de mi amigo Pepe, quien años atrás había hecho un recorrido similar. Gracias a él pude decidir qué ver y qué no ver en cada uno de nuestros destinos. Al final, la decisión es personal y depende de lo que cada uno quiera conocer o descubrir en tal ciudad.
Planear y comprar con anticipación fue uno de los mayores aciertos que tuvimos para seguir ahorrando ya que tanto en trenes como en aviones, entre más cercana esté la fecha de salida, más alto es el precio del boleto.
Faltando tres meses para nuestro viaje, comenzamos a hacer las reservaciones para saber cómo movernos de una ciudad a otra. Estuvimos revisando paquetes, pases y líneas de trenes buscando la mejor opción para legar a nuestros destinos. Fueron horas de estar frente a la computadora investigando sobre qué nos convenía más.
Al hacer nuestras reservaciones tuvimos que tomar en cuenta en tiempo y la distancia entre un punto y otro para saber si es mejor un tren nocturno, uno de alta velocidad, un regional o un autobús. En mi caso los necesitaba todos. En distancias largas, tomamos algunos vuelos en compañías Low Cost que, pese a lo que se piensa de volar en avión, te ahorran mucho tiempo, ya que con llegar al aeropuerto una hora antes de tu vuelo, te da el tiempo suficiente para hacer todos los trámites necesarios para abordar.
Sabiendo a qué hora tomaríamos el avión o el tren, si viajaríamos de día o en la noche, era momento de buscar alojamiento. Muchas personas recomiendan un hostal para gastar lo menos posible; en mi caso, eso de compartir baño con desconocidos, “me da cosa”. Así que en todos los lugares decidimos pagar una habitación con baño propio, la más sencilla, sólo la queríamos para dormir y asearnos.
Para ahorrar dinero, diariamente checamos las ofertas en las páginas en las cuales puedes buscar hoteles y reservar habitaciones. Un gran acierto fue reservar a través de hoteles.com, que en ese momento tenía las tarifas más bajas en comparación con Booking, además al juntar 10 noches reservadas, nos dieron una extra gratis. Cabe mencionar que esta promoción es válida si su hotel se encuentra inscrito al programa Welcome Rewards y se puede hacer cobrar una vez que hayan pasado tus 10 estancias anteriores.
Al estar buscando hoteles, siempre tomamos en cuenta la distancia del lugar de llegada (estación de tren o aeropuerto), el costo, la distancia de las atracciones y el lugar de salida, pues algunos trenes o aviones salían muy temprano.
Por recomendación de amigos compramos un seguro de viajero, estando lejos de casa, cualquier cosa te puede suceder, afortunadamente no tuvimos que usarlo, pero creo que fue una gran compra ya que me sentía más tranquila sabiendo que si algo me pasaba, tenía adonde acudir. Además por esas fechas yo sufría de un dolor de rodilla muy intenso que increíblemente disminuyo durante el viaje. ¡Viajar mejora la salud!
Una vez planeado todo ya sólo me faltaba ahorrar el dinero suficiente para cubrir los gastos que se presentaran allá: comidas, entradas, algún otro transporte y, por supuesto, algo para los imprevistos.
La fecha se acercaba, yo estaba muy nerviosa sufriendo por saber si me divertiría, si me alcanzaría el dinero, si mi rodilla estaría bien y sobre todo porque aún no avisaba en mi trabajo que me tomaría 3 semanas de vacaciones, lo cual era imposible es esa empresa. Así que antes de ser corrida, decidí renunciar, lo cual sumaba una preocupación más en mi vida: qué voy a hacer cuando regrese del viaje.
Justamente, estando a una semana de comenzar mi aventura, llegó una gran tentación que ponía el viaje en riesgo: me ofrecieron trabajo como guionista para un programa, lo cual significaba un crecimiento de mi economía, mientras trabajaba haciendo lo que me gusta: escribir. La oferta era tentadora. Traté de negociar y hacer que me esperaran las 3 semanas que duraba mi travesía para posteriormente integrarme al equipo; sin embargo la vida no es tan linda y las cosas fueron así: tuve que elegir entre el trabajo o el viaje.
Puedo tener miles de empleos, puede que algunos sean increíbles y otros un verdadero infierno, pero ninguno podía superar la aventura que estaba por comenzar. Nada iba a detener mi primera visita al viejo continente, ni siquiera mis miedos. Así que empaqué mis cosas y decidí vivir, decidí viajar.
1 Comentario
Me encanto tu historia y gracias por haberla compartido…te felicito por haber elegido vivir, eso también es crecimiento puro y seguramente te abrio la cabeza de tal manera que encararás la vida con otra forma de mirar…Ojala estés trabajando en un lugar hermoso y muy bién remunerada
Ana María.