Roma es eterna y bella. Todos los caminos llegan a ella, porque en sus calles hay ecos de más de 2,500 años de historia humana. Roma es la ciudad museo, la que se conoce a fondo caminándola, descubriéndola, escuchándola y olfateándola. Roma fue la primer ciudad Europea que conocí y en la que literalmente me perdí.
Mi primer viaje a Europa comenzó en mayo del 2015 tras casi un año de ahorro y de muchas horas de lectura y documentación en libros de historia o frente a la pantalla haciendo reservaciones de hostels, vuelos y mirando documentales y mapas.
El plan inicial era visitar Roma, Berlín, Barcelona y Madrid en 12 días. Lo cierto es que no importa que tanto te prepares, leas o ahorres, como mexicano nada te prepara para las maravillas de europa y para el golpe de realidad al saber que tu moneda no vale nada frente al euro.
Viaja ligero, sin documentar
Mi viaje estuvo marcado por un descuido con el pasaporte que me hizo viajar con la emoción en la cabeza desde antes de subir al avión. Tal vez por esa razón decidí viajar ligero, tan solo con el equipaje de mano, mis guías Lonely Planet (que revelan lo desconfiado que soy de la tecnología) y los jeans y ropa interior más viejos de mi guardarropa. Después de todo, ¿quién quiere regresar a casa con ropa sucia pudiendo usar ese espacio para llevar algún recuerdito?
Air France, Le Chic
Apenas subí al 707 de Airfrance comencé a sentirme extranjero sin siquiera haber despegado.Los sobre cargos te reciben con un «Bon Jour Monsier» y un servicio que bien vale la plata que cuesta el vuelo. Once horas después, el avión aterriza en Paris, para una kilométrica conexión en el aeropuerto Charles De Gaulle que me confirma la buen decisión de viajar con maleta de rueditas en lugar de mochila.
Finalmente llegué a Roma un viernes, alrededor de las 5 de la tarde. El aeropuerto Fumiccino es un pequeño hervidero de viajantes caóticos. Afortunadamente cuentan con un servicio de tren directo (pero carísimo €14) que lleva al centro. Eso si, hay que estar atentos de cancelar el boleto del Leonardo Express para evitar multas con los chocadores que revisan a medio camino.
Roma, la ciudad que invita a perderse
La ciudad me recibió con un cielo nublado y fresco, una clara provocación para una caminata nocturna. Después de hacer check in en mi cuartito de hotel de 2 estrellas, a unos pasos de la estación de Termini. Salí a dar una larga caminata nocturna de varias horas. Caminando con mapa en mano, pero confiando en mi sentido de ubicación fue que llegué a las ruinas del Palatino, y el antiguo mercado de Adriano, que por la noche se veían espectaculares, pero que sería mejor apreciar por la mañana considerando que la lluvia había apretado.
Tras comprarme unas papas de cucurucho, una cerveza alemana y un queso de cabra emprendí el viaje de regreso y ahí fue donde mi instinto de ubicación me traicionó. De pronto me vi caminando por calles que no había visto antes y cuando quise regresar sobre mis pasos no recordé el camino. Lo tomé con gracia hasta que me dí cuenta de la hora y de que la gente en las calles cada vez parecía menos amistosa. Afortunadamente, una referencia tan grande como la estación de Termini no pasa desapercibida y tras varias vueltas en círculo finalmente di con el hotel.
Termini. En plan pobre pero con encanto.
El Hotel Roxena es en realidad un piso de departamento adaptado como hotel, tiene varios cuartos privados pequeños y dos baños, que seguramente en mejores tiempos albergaron a una familia italiana. Aunque el edificio en el que se encuentra es francamente decadente y hay que usar un baño compartido, el lugar tiene su encanto y se descansa muy bien, a diferencia de los Hostels con los que me topé más adelante.
La ciudad de la Arquitectura Inmortal
En mi segundo día en Roma me desperté muy temprano para conocer el impresionante Coliseo. No es casual que sea uno de los sitios más visitados del mundo, es una de las construcciones más viejas en pie y una maravilla de ingeniería hecha para durar.
La verdad es que no se puede dimensionar lo que representa hasta que caminas por sus pasillos y cuando lo aprecias desde el nivel de piso.
En el lugar se ofrecen visitas guiadas en muchos idiomas, así que no es extraño que si viajas en solitario puedas escuchar algunas cosas interesantes cuando uno de los grupos se acerca a donde estás. Así me enteré que el Coliseo fue construido con el dinero que el Imperio le despojó a los pueblos judíos rebeldes, a quienes condenaron a la Diáspora, es decir a dispersarse alrededor del mundo y que dentro de sus paredes murieron más de 300,000 personas y animales de todo el mundo.
Una pena que un lugar tan impresionante, considerado una de las 7 maravillas del mundo sea también un monumento a la crueldad humana.
Muy cerca de esa zona se ubican las ruinas del Palatino, que de hecho se puede visitar con el mismo boleto de entrada al Coliseo. Antes de mi viaje leí mucho sobre las filas de entrada, pero en mi caso puedo recomendar que no hay como llegar temprano.
Roma, todo con exceso, nada con medida.
En Roma todo es un exceso. Los monumentos son un exceso de cultura, mucho más de lo que puedes asimilar en un solo día. Las italianas son demasiado bellas y demasiado detallistas en su look y los hombres son muy escandalosos en su lenguaje verbal y corporal.
Los sonidos de la ciudad reflejan su multiculturalidad tolerada. Al instante se escucha que además del italiano y el inglés universal, los dialectos de los emigrantes africanos son los sonidos característicos de la calle. Vendedores ambulantes de casi cualquier cosa aparecen a cada esquina en busca de turistas. Roma es una ciudad generosa en la que nada sobra.
La ciudad para caminar
Roma es una ciudad muy bien conectada. El metro es caro y un poco arruinado, pero es eficiente y fácil de entender. Sus líneas principales llevan casi a cualquier atractivo de los imperdibles, también hay conexiones con tranvía y autobuses.
Pero como casi siempre pasa, para quien de verdad quiere conocer la ciudad la opción es ir a pie con un buen mapa en la mano y la cámara en la mochila.
En un sólo día conocí el espectacular Pantheon, el monumento romano mejor conservado en el mundo. El cuadrángulo de la plaza Navona, la Fontana de Trevi y el exhuberante monumento a la patria.
El altar a la patria, como también se le llama fue erigido por Mussolini para exhaltar el nacionalismo italiano. El centro de Roma y sus alrededores son bastante amigables para los viajeros caminantes.
La vida no siempre es bella
Como toda gran ciudad, Roma tiene sus cosas buenas, pero también grandes problemas. Al caminar por las calles es posible ver carteles con consignas sociales sobre estudiantes desaparecidos, publicidad de fanzines de denuncia y participación civil bastante interesantes como los de Asociación Cultural Zenit y ver a simple vista gente verdaderamente pobre, algunos viven debajo de los puentes que cruzan el Río Tiber.
La capital de un Imperio con brisa marina
A sólo 20 kilómetros del centro de Roma se ubica el antiguo puerto de Ostia Antica. Se dice que durante el verano, los romanos acuden a sus playas públicas para sacudirse el calor. La playa no es espectacular (algo parecida a las de Acapulco) pero es posible llegar en metro desde el centro y bañarse en las aguas del mediterráneo.
En mi segundo día en la ciudad visité la playa de Ostia y la zona arqueológica de Ostia Antica, un interesante complejo que deja claro la organización por clases de la ciudad, pero también el modo de vida de la sociedad romana, con sus gimnasios, albercas públicas, teatros, viviendas, caballerizas cafés y hasta tugurios sexuales, todo documentado en los mosaicos que decoran las ruinas estructurales.
En el tren de regreso al centro platiqué con una pareja de ecuatorianos residentes en Mallorca, que hablaban de lo hermoso de la ciudad a la que emigraron y de lo amargados que pueden ser los Europeos respecto a nosotros los latinos y nuestra debilidad por la fiesta, el baile y el ritmo.
Todavía tuve tiempo de visitar el Museo de Historia de Roma y una fugaz visita nocturna a la Plaza de España y Las escaleras de la plaza, construidas a principios del siglo XVIII para comunicar la plaza con la Iglesia de Trinità dei Monti.
Gelati, la ciudad de los mil sabores
Además de la pasta, los capuchinos y el fútbol. Los italianos son famosos por su obsesoón por los helados. Y no es para menos, en los 4 días que visité Roma encontré una infinidad de locales estratégicamente dispuestos a lo largo de la ciudad.
Cada día me comí uno en diferentes lugares sin sentir un cambio de calidad, aunque si de precio. Los hay desde €3 hasta €8
Peregrinación y penitencia en los museos Vaticanos.
Aunque uno no sea creyente, entrar a los museos vaticanos es toda una penitencia. Aún en lunes, hay que aguantar 2 horas bajo el sol romano y a una buena cantidad de guías insistentes ofreciendo saltar la fila. La verdad es que al final vale la pena la espera. La cantidad de obras de arte que resguarda el vaticano es abrumadora. Hay de todo, desde arte egipcio, esculturas griegas y pintura sacra de todos los periodos de la historia hasta la majestuosa Capella Sixtina. Un detalle curioso son los globos terráqueos con las diferentes interpretaciones del mundo según la ideología de la época y los conocimientos científicos.
Casi todo en los museos Vaticanos es original. Aunque lo que roba las miradas evidentemente es la obra pictórica de Miguel Ángel y Rafael, hay muchísimas obras que valen la pena la espera. Vale la pena mencionar que a la salida del museo hay una oficina postal en la que puedes ejercer el arte perdido de mandar postales. Así que hay que ir con un bolígrafo listo para escribir a casa.
Basílica de San Pedro, la tumba del profeta
Pararte frente a la Básilica es impresionante. Todo guarda una perfecta simetría, cada columna, cada efigie es una alegoría que verdaderamente transmite los alcances de la genialidad humana.
La entrada a la basilica es gratuita, pero para ingresar hay que hacer una fila de una hora y pasar un filtro de seguridad más que razonable, pero una vez dentro el poder de la espiritualidad del templo cristiano más importante del planeta te provoca fisicamente. Al centro, de las capillas se puede ver la tumba del profeta, incluso se puede bajar a las criptas vaticanas y conocer los entierros de la mayoría d elos papas de la historia, partiendo desde San Pedro hasta Juan Pablo Segundo.
Caminando al lado del Tiber
Al final del día caminé a todo lo largo del Tiber, un paseo muy largo y un poco cansado pero con excelentes vistas que incluyen el Castel San Angelo, la Isla Tiberina que alberga algunos museos, el barrio Judío y el barrio de Trastevere y su Basílicas de Santa María y Santa Cecilia.
Finalmente, crucé el puente palatino y recorrí las ruinas del Circo Massimo hasta la estación del metro del mismo nombre. En la estación conocí a un Sueco veinteañero con los pies hinchados de tanto caminar, pero muy contento en su primer viaje en solitario al extranjero, hablamos de música y hasta de libros. Algo bueno de viajar solo es que puedes hablar con gente de todo el mundo, sin necesariamente ir en plan social.
Campo di Fiori, entre el Calcio y la Lasagna.
Estuve en la ciudad un día muy importante para los romanos: El día del clásico entre Lazio y Roma. En realidad, no había nada en juego, pero los italianos se toman muy en serio el fútbol. MUY. Llegué a la plaza Campo di Fiori cuando se jugaba el primer tiempo y me metí a un bar para ver porque estaba lleno de italianos apasionados. Me tomé una cerveza Tennent´s y aunque me parecía muy aburrido, a cada avance de los dos equipos romanos despertaban expresiones muy temperamentales.
Al medio tiempo decidí irme y entrar a uno d ellos muchos restaurantes que circundan la plaza y en los que se puede comer muy bien por €20. Me decidí por una Lasagna italiana y un Capuccino francamente deliciosos y muy diferentes a lo que se conoce en México.
De pronto, los ecos de un grito parecidos a cuando juega México se escucharon con fuerza en toda la plaza, como el lugar donde estaba no tenía TV corrí al de al lado junto con los dos chicos que atendían el local. «Imparable» expresó el chico mesero con orgullo, que evidentemente transmitía su apoyo al Roma FC que terminó ganando ese día por 2-0.
Goethe, Warhol y el Cielito Lindo
El último día de mi visita a Roma contaba con sólo unas horas antes de tomar el avión rumbo a mi siguiente destino que sería Berlin. Ese día hice el check out muy temprano y salí rumbo a la Plaza del Papa, porque muy cerca de ahí se encuentra el Museo Casa de Goethe.
Se trata del lugar que habitó el novelista Alemán durante sus estancia en Roma y que cuenta con objetos personales del autor de Goethe y Las penas del joven Werther. Otra atracción del pequeño y poco conocido museo es una reproducción original en serigrafía de Andy Warhol, se trata de un cuadro monumental inspirado en un retrato al óleo del escritor.
De regreso al metro y ya con mi maleta a cuestas me sorprendí al escuchar que un músico callejero interpretaba en Oboe las notas del Cielito Lindo. Para celebrar el orgullo nacional decidí comerme un último gelati antes de subir al metro con rumbo a tierras alemanas.
Algunos precios en Roma en mayo de 2015
Precio Gelato
Entre 1.50 y4.50 Euros (dependiendo la zona y el tamaño)
Boleto del metro
1.50 viaje sencillo (valido 100 minutos), 2.50 boleto válido dos días, por dos viajes
Café americano sencillo
2.50 Euros
Panini con jamón y queso
3.50 Euros
Rebanada de pizza para llevar
2.50 Euros
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